miércoles, 30 de marzo de 2011

Al señor Alfonso Treviño

Al calumniador y mentiroso Alfonso Treviño: ahora le puedo meter caña a usted sin necesidad de que nadie me censure. De todas maneras, seré bastante más educado de lo que ha sido usted.

Me permito perder el tiempo respondiendo a sus desacertadas opiniones gratuitas sobre mi persona vertidas con mala fe en el foro de la ACE y emborronando este blog (que versa sobre otras cuestiones más edificantes).

Tampoco va a ser mucho, porque sus palabras se califican enseguida:

En primer lugar he de decirle que a ninguna montería a la que he asistido lo he hecho mediante invitación, pagando todas y cada una de las cantidades que me correspondían como pueden atestiguar quienes me conocen (y no precisamente usted, al que Dios me libre de verle la jeta). Lo digo porque con su habitual mala baba rabiosa ha dicho usted lo contrario para desacreditarme.

En segundo lugar, y en referencia a uno de los artículos primeros que publiqué hace ya muchos años (y no en el foro de la ACE como usted dice falsamente, sino en la página de Club de Caza), éste ya tenía impreso en su título lo que en él se desarrollaba: “La aproximación en el rececho versus el tiro”, se expresaba la siguiente duda (textualmente):
Mi reflexión es la siguiente: si el tiro, que es decisivo en el rececho, lo realicé tan lejos, no pudiéndome acercar más al corzo por las causas arriba expuestas... ¿No será que el corzo ya me había ganado la partida? ¿No será que todo —la hojarasca en el suelo, el viento, lo avanzado de la luz, etc.— estaba ahí para que yo lo superase y me acercara más al animal, dejándole cumplir mejor su suerte? ¿Me “ganó” el corzo, a pesar de todo? ¿Debería haberme abstenido de matar ese animal a esa distancia?. Y, lo que es peor ¿No habré —y habremos, los cazadores en general— abusado de la técnica, en detrimento de nuestra labor de cazadores?. Todo esto con los condicionantes de ser una caza selectiva, de los sinsabores que hube de pasar antes, durante y después del rececho, y de la penitencia que tuve que pagar para el acarreo de la res, eximentes todos ellos muy loables pero, que me planteo desde esta tribuna si compensarán, a los ojos de San Huberto y de mi propio abuelo, la resolución de ese rececho con un tiro tan largo.


Os ruego me respondáis con vuestras opiniones o experiencias particulares.
Lo digo porque tal y como usted lo pone parece que yo estuviera orgulloso de un hecho puntual que no he vuelto a repetir y al que usted recurre con asiduidad, cuando lo primero que se plantea fue mi duda acerca de la legitimidad del hecho. Sin embargo, en los comentarios posteriores (que también guardo), se puede observar que mucha gente de la que ahora calla (asidua del foro de la ACE e incluso miembro de su junta Directiva), con nombres y apellidos, quitaba polvo al asunto y me decían que no me preocupara, que esos tiros eran más que usuales en la caza del corzo. Si quiere los cito también aquí.

De modo que no mienta usted tanto, que se le va a poner la nariz tan larga que no le va a dar para apuntar por su flamante visor a los bichos que desjarreta a 300 metros.

Un saludo, y siempre dispuesto a desmentir las babosas palabras que salen de su teclado:

Alfredo Elvira Serrano.

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