EL
DESCARRILAMIENTO DEFINITIVO DEL GREMIO DE MONTES.
Creí que lo había visto casi todo
hasta que me desayuné el día 4 de Octubre (día de nuestro Patrón) con esta
noticia: El Colegio de Ingenieros de Montes le otorga la Medalla de Honor (por
su supuesta Gestión Forestal en Montes Privados) a Patxi Garmendia, ese
infausto personaje que ha inundado los campos españoles con cuatro millones y
medio de gallinos anuales, igual que si fueran el buche de una oca.
Independientemente de que la
gestión del Colegio haya sido errática, ineficiente y a veces inexistente
(coincidiendo con la fatídica “Gestión
por Abstención” que se está llevando en muchos montes españoles), el hecho
de tomar iniciativas de este tipo es algo más que preocupante.
Pues si hay alguien en el
panorama cinegético español que haya contribuido con mayor afición y denuedo al
fin de la patirroja española, de nuestra querida perdiz roja, ése ha sido Patxi
Garmendia.
Una persona que ha ayudado a que
nuestra perdiz haya desaparecido definitivamente de muchos cotos señeros antaño
y haya sido sustituida por una impostora de granja que, ni de lejos, puede dar
el pego a los cazadores que hemos cazado auténticas perdices autóctonas.
Un gallino del que se derivan
multitud de problemas ecológicos (aumento de la predación, transmisión de
enfermedades, contaminaciones genéticas, etc.) no sólo para la perdiz autóctona
sino también para el resto de la fauna.
Lo incomprensible (a ojos del
profano) es que el principal órgano colegial de los Ingenieros de Montes de
España, lejos de condenar la actitud de este mercantilista y de luchar a brazo
partido por recuperar el patrimonio cinegético español, encima condecore a
semejante pajarraco (http://lema.rae.es/drae/?val=pajarraco).
Claro, que si analizamos la
contribución que muchos ingenieros de montes han tenido para la expansión de
esta nueva especie de gallino de goma, entonces empezaremos a comprender el
conchabe y el amancebamiento entre mercantilismo y el mundo de la ingeniería de
montes. Algunos hay de reputado nombre que se han cargado Santa Cruz de Mudela
o El Bonillo y otros cotos otrora señeros, en favor de la ocupación del usurpador
gallino de granja, me imagino que con no pocas prebendas.
Ésta es la guinda, pues, que
hacía falta para comprobar tan infausto fornicio entre los que deberían
defender el monte y no lo defienden, y el que es condecorado por la gestión
forestal en montes privados, insultando así a tanto buen Ingeniero de Montes
con mayúsculas que ha dejado su vida en la gestión forestal auténtica.
No entro ya a comentar
informaciones periodísticas que ahondan todavía más en este cáncer porque no
dispongo de datos para contrastar la información ni pretendo acabar con una
úlcera de estómago. Que cada cual se forme su propia opinión de ésta y de otras
referencias de Internet:
Desde el Colegio de Ingenieros de Montes nos están insultando. Están insultando desde a Heinrich Cotta y D. Bernardo de La Torre y Rojas hasta a mi propio padre (valga la comparación, cada uno en su campo), pasando por Máximo Laguna, Sainz de Baranda, Castellarnau, Codorniu, Mackay, y los muchos cientos de ingenieros que desarrollan su labor profesional y calladamente en beneficio de los montes privados y públicos españoles.
Compararlos siquiera con un
mercader de gallinos, y que esa comparación salga de la propia sede del Colegio
de Ingenieros de Montes en tamaña felonía, me reafirma en la correcta decisión
que tomé este año de borrarme del Colegio y de no contribuir con mi peculio a
este tipo de fastos vergonzosos.
Hace tiempo que el Colegio ha
perdido el rumbo, porque tristemente hace tiempo que nos dejamos comer el
pastel, que nos dejamos robar la merienda delante de la indiferencia
generalizada de este gremio, dirigido por gente que, como comprobamos ahora, es
poco conveniente.
Gracias a Dios todos los que he
citado antes están muertos y no pueden asistir aquí a este bochornoso reparto
de despojos, aunque sin duda dibujarán una mueca sarcástica desde sus montes
celestiales cuando el mayor mercader de gallinos reciba una condecoración
señera que, a día de hoy, ha sido eternamente mancillada.
Nuestro Patrón, San Francisco de
Asís, quién sabe si llorará desde su trono en el Cielo por su Hermana Perdiz, y
quién sabe si no habrá sentido el lacerante dolor de un nuevo estigma al ver
campar a su libre albedrío a la impostora gallina de goma por los eriales,
montes y siembras de nuestra querida Piel de Toro.
Alfredo Elvira Serrano.
Ingeniero de Montes (a mucha
honra).
Tienes mucha razón y eres un valiente cuando te atreves a denunciar este esperpéntico honor que se le entrega a Garmendia por parte del Colegio de Ingenieros de Montes. Flaco favor se hacen a si mismos. Resulta insultante y ridículo, al mismo tiempo, premiar a aquel que causó tanto daño a una especie salvaje. No se que será peor entregar el premio o recibirlo, mas que nada porque semejante mérito demuestra que muchos mas de lo que aparecen han colaborado en la práctica extinción de la perdiz roja autóctona silvestre, por activa y por pasiva. Pero además, por lo visto, siguen colaborando y dando premios a los autores del desastre.
ResponderEliminarPero, al hilo de esto, abundando en autorías y responsabilidades impunes, yo me pregunto:
Los que ahora critican a Garmendia y se han pasado media vida ocupando cargos en el sector cinegético y en entidades mediambientales de este país, ¿donde estaban cuando empezó este "genocidio" ecologico-cinegético, previsto, por cierto, en la legislación vigente como punible? ¿porqué no le denunciaron en su momento, aquellos que podían y debien hacerlo, por razón de su cargo, teniendo como tenían pruebas irrefutables de que los gallinos eran nocivos para la perdiz?.
Alfredo, "entre todos la mataron y ella sola, -la perdiz roja española- se murió", pero de asco y verguenza, al comprobar el desprecio de los que debían protegerla y no lo hicieron, ni antes, ni ahora, despues de proporcionarles dinero, méritos y satisfacción a muchas generaciones de cazadores.
Claro que, como en este país lo de exigir responsabilidades esta mal visto, así pasa que, a toro pasado, todos somos estupendos, todos critican a los demás -especialmente los que debían haber tomado soluciones al problema- y nadie tiene culpa de nada.
Resultado: La perdiz roja esta a punto de desaparecer, pero aquí no se tira de la manta, pudiendo hacerlo y con la Ley -la de antes y la de ahora- en la mano.
Cordialmente,