jueves, 30 de octubre de 2008

¡ANDÁ LA OSA!

Acabo de escuchar (desde las 17:15 a las 17:26 horas de hoy, 29 de Octubre de 2008), en el espacio patrocinado por Gas Natural en el programa radiofónico de Onda Cero de Julia Otero, al Sr. Gallego y a la Sra. Julia Otero hablando distendidamente sobre el caso de la osa del Valle de Arán.

Suele ser natural ver cómo esta presentadora analiza los temas de forma bastante plana porque no da para más, pero el caso que acabo de escuchar es penoso y flagrante pues, al parecer y según ambos contertulios, a la osa se la sometió durante horas a una fuerte presión, con multitud de perros y un tiroteo constante, en una de esas batidas norteñas organizadas de modo paleolítico (muchas de estas frases son textuales), con lo cual casi no tuvo más remedio que atacar al cazador agresor.

Llegó a decir (el Sr. Gallego) que una horda de cazadores ha puesto precio a la cabeza de la osa, y que muchos ardían en deseos de colgar su cabeza en una de esas salas donde se fuman los puros los cazadores. Vamos, algo a lo Walt Disney pero encima se lo creía el hombre.

Además, según palabras textuales de la Sra. Otero, la osa estaba embarazada (¡¿?!).

Acabaron el panfleto radiofónico con la frase (varias veces repetida): “Ojalá el invierno salve a Hvala”, como si de una forajida en el Far West con una pandilla de borrachos con placa persiguiéndola se tratara.
Parece ser que se ignora que un cazador, con sus perros, disparó al aire sin ánimo de matar a la osa como única autodefensa ante el ataque. Nadie le habríamos podido decir nada si en vez de al aire hubiese disparado a la osa para defenderse. Sin embargo, aún hay gente que se empeña en criminalizar a todos los cazadores como los causantes de la mayoría de los males de la naturaleza. Gente como Julia Otero y el Sr. Gallego, sin duda alejados de la vivencia única y profunda que la caza imprime en el cazador.

En lugar de centrarse en que se trata de un suceso aislado y que el cazador en todo momento obró con buen hacer e incluso por encima de lo exigible dadas las circunstancias, prefieren culparle del hecho (un hecho natural y fruto de la casualidad) en lugar de desearle una pronta recuperación y de analizar si en el Pirineo y en otras zonas los daños de los osos (y, porqué no decirlo, de los lobos) están suficientemente compensados.

Acabamos de asistir al hecho delirante de que un ganadero gallego haya tenido que grabar imágenes de los lobos devorando una de sus vacas preñada con dos terneros para que la administración se convenza de que los ataques a su instalación ganadera eran obra de una manada de lobos, y también ahí hemos asistido a la paciencia del propietario, cuando lo fácil que habría sido emprenderla a tiros con los ladrones ante el pertinaz silencio y el rechazo administrativo.

El Consejo General de Arán (compuesto por Unitat Aranesa, Convergencia Democràtica Aranesa y el Partit Renovador d'Arties i Garòs), ha exigido por unanimidad en una moción que se retiren los osos del Pirineo.

¿No debería ser éste el inicio de un debate sobre el precio que estamos dispuestos a pagar los chicos buenos de ciudad por meterles a las gentes que viven del campo depredadores que afectan directamente a su modus vivendi, es decir, a sus lentejas?. Desde nuestras columnas de hormigón y nuestras calles de asfalto se ve fenomenalmente el toro desde la barrera, pero a un apicultor palentino sólo le pagan una colmena dañada por año, independientemente de cuantas veces las zarpas golosas del oso se la hayan saqueado.

Basta ya de creer que todos los habitantes del agro son unos estafadores, y empecemos a rascarnos el bolsillo la gente de ciudad si queremos mantener una pirámide artificial hoy día que, sin ser necesaria, puede ser aceptable desde el punto de vista biológico, pero ha de ser, sobre todo, sostenible desde el punto de vista humano.

Y basta ya de criminalizar a todos los cazadores, sobre todo cuando no se pisa el campo o, pisándolo, no se tiene inteligencia suficiente para entenderlo y comprender los problemas de las gentes que lo habitan.

¡Ah!: señora Julia Otero: las osas no están embarazadas: están preñadas (y eso además es irrelevante para el caso que se analiza).

Un saludo:

Alfredo Elvira Serrano.

1 comentario:

  1. Y uno se pregunta: ¿Cómo urbanistas de tres al cuarto como ese Gallego o esa Otero, que lo máximo que han visto del campo y de su agreste vida ha sido el verde de su micrófono, pueden hablar de él?

    Mejor sería que se dedicarán a las revistas del corazón y otras memeces urbanistas como esas, y dejarán en paz y tuvieran más respeto a la gente que comparte la naturaleza con la vida salvaje con sentimiento y admiración, los cazadores.

    Muy bien por tu artículo Alfredo. Muchos de esos que se llaman periodistas deberían de tomar buena nota de donde esta la noticia con rigor, y donde está la noticia que quieren los del asfalto, ladrillo y el hormigón.

    Deseo que se recupere el cazador herido por la Osa, y me quito el sombrero ante él.

    ResponderEliminar

Inserta aquí tus comentarios a los artículos, tus pareceres o las objeciones que te haya sugerido. Siempre con el respeto debido. Te contestaré en breve.