domingo, 15 de febrero de 2009

LAS CASTAÑAS DEL FUEGO.

Hace unas semanas publicábamos en la web la noticia de que el grupo Altube quería instalar una macrogranja en plena zona LIC de la Red Natura 2.000, en el cerrato palentino, afectando a los términos municipales de Antigüedad, Cevico Navero y Villaconancio, con una producción estimada de más de 800.000 gallinos anuales y una superficie rayana en las 40 hectáreas valladas a cal y canto. Venía ligada a una carta de un cazador afectado que había presentado sus alegaciones personalmente, pero que reclamaba ayuda para luchar contra tamaña afectación permanente.

La macrogranja en sí ha sido declarada convenientemente de interés público (¿), en teoría acogiéndose al artículo que a tal efecto previene el Reglamento de Caza vigente en Castilla y León, aunque cualquiera que se lo haya leído observa que no procede, puesto que es premisa indispensable para tal declaración no afectar negativamente al medioambiente, cosa que evidentemente en este caso no se cumple.

En nuestra sección de noticias, por otra parte, publicamos la de que Ecologistas En Acción de Palencia, había presentado alegaciones (con una denuncia incluida por no haber podido consultar la documentación en el Ayuntamiento de Antigüedad), sin haberse registrado, en teoría, más alegaciones a la propuesta de impacto ambiental positiva presentada en el Ayuntamiento de uno de los tres términos municipales.

Unas alegaciones impecables, que ponían el dedo en la llaga, y que además (avaladas por informes) hablaban responsablemente de posibles hibridaciones con la perdiz silvestre, en un lugar con perdiz pura. Es decir, unas alegaciones que cualquier cazador de bien habría firmado sin dudarlo. Pero unas alegaciones que no venían firmadas por ninguna entidad representativa de los cazadores, sino por una de las asociaciones ecologistas más importantes de España.

El motivo del artículo (que esta vez será breve) no es otro que el de expresar mi sorpresa ante el hecho de que las únicas alegaciones (aparte de las de ese aguerrido cazador que quiere defender lo suyo, porque lo aprecia) sean de unos ecologistas, a los que además nos los han pintado de negro en todos los medios del gremio y que, ahora, vienen a sacarnos las castañas del fuego ante la indiferencia de los cazadores. Cazadores desagradecidos y envidiosos como corresponde a un gremio en el que impera la desunión, en el que cada cual tira para lo suyo aunque se esté quemando el resto, y en el que todos miran para otro lado cuando se presentan problemas de verdad.

Salvando a las pequeñas asociaciones como la nuestra que, por motivos evidentes de falta de recursos (estamos en pañales) no han podido intervenir en realizar unas alegaciones serias, no se entiende cómo los grandes e inmovilistas organismos de la caza española y las agrupaciones de cierto tamaño (todos ellos siempre dispuestos a decir que nos representan cuando pintan oros), no han siquiera prestado la mínima atención ante una fábrica que les va a plantificar casi un millón de gallinos en el campo cada año. Es decir, ahora que pintan bastos, miramos para otro lado.

Queda patente, para mí, cada una de las siguientes afirmaciones:

1.- Las administraciones autonómicas y locales tienen montado el chiringuito de producción de Declaraciones de Impacto Ambiental a la carta para los empresarios, siempre que pasen por caja, evidentemente, repartiendo parabienes o, por qué no decirlo, amenazando con llevarse el empleo a otros ayuntamientos de diferente signo político. Los técnicos de las Juntas y ayuntamientos le dan a la manivela y sacan declaraciones como chorizos (las declaraciones) bajo las órdenes de los comisarios políticos que sobre ellos mangonean no en interés del ciudadano, sino en interés propio o del partido.

Así, si hace falta que una zona LIC de la Red Natura 2.000 se vaya por el retrete (ante la indiferencia palmaria de Bruselas, todo hay que decirlo, que no controla el cumplimiento de sus directivas y que parece más interesada en cobrar la multa posterior), se va por el retrete.

2.- Los criagallinos de postín campan a sus anchas en este caldo de cultivo, porque manejan grandes sumas de dinero impunemente, tienen contactos en todas las esferas, y se permiten incluso comenzar las obras sin licencia y sin permisos ambientales porque “ya se pedirán si nos lo paralizan” (palabras textuales de un criagallinos), a sabiendas de que en el momento que lo necesiten las Declaraciones de Impacto Ambiental se fabrican a la carta si hay intereses de por medio. Y a la inversa, si se quiere instalar un pelagatos con una granjita de pequeños tamaño, se la paralizan por motivos medioambientales aunque la vaya a poner en un vertedero.

3.- El sector cinegético está vendido completamente al compadreo de las granjas. Las Asociaciones pequeñas no podemos actuar todavía a ese nivel, otras más grandecitas parece que no es su problema (parece que tienen asuntos más importantes que resolver) y las Federaciones reparten gallinos entre sus federados para tenerlos contentos. Hacen caso omiso de las peticiones de ayuda de pequeños cazadores, y van de la mano con los que ponen veneno en los campos para erradicar topillos o con los amigos del pienso barato (Barato). La caza está mercantilizada, funcionarizada y estructurada para dar beneficios, no se necesita gente que dé voces de alerta acerca de los desmanes contra la caza silvestre, esos no convienen. Los que dan voces y salen en las revistas van a La Castellana y después piden repoblar de liebres lo que antes se han cargado ellos mismos. Conviene aumentar la pirámide del despropósito económico-burocrático para abrumar a los cazadores y que sigan pagando, cada vez más, por cazar cada vez menos.


4.- La gente de los pueblos no defiende lo suyo porque siguen con la mentalidad antigua de que el campo no hay que cuidarlo, que seguirá dando. Y que si no da, no es por culpa de ellos (que no lo cuidan) ni de la cantidad de escopetas que salen Jueves, Sábados y Domingos hasta arrasarlo todo, sino por los herbicidas o lo que sea. Que para salir a dar cuatro patadas entre los chaparros, mejor es que venga el de los gallinos y ellos rebañan los que queden. La gente de los pueblos, por regla general, no aprecia lo que tiene (como ellos dicen: cerros y chaparros), y prefieren la raquítica oferta de dos empleos locales para tres ayuntamientos antes que mantener su patrimonio natural, al que nunca (reconozcámoslo) en España se le ha prestado ninguna atención, simplemente por falta de cultura, así de sencillo.

Si a ello sumamos el aumento desmedido de costes en el que ha incurrido la agricultura en los dos últimos años, tenemos a un montón de gente (generalmente además con una media muy alta de edad) deseando que haya un alternativa a sus ovejas que le salen caras, a sus terrenos de cereal que ya no puede abonar por el precio al que se han puesto los abonos, o a su propia infelicidad por tener a los hijos “en la ciudad” desentendidos totalmente de las tierras que deberían heredar. Es decir, un montón de gente que no valora el medio porque el medio no le da ya dinero (incluso no le permite vivir decentemente), desencantada por la falta de inversión y ayudas en el agro, que ve en los gallinos una puerta abierta a tanta miseria administrativa.

En todo este caldo putrefacto, los que menos pintamos somos los cazadores de a pie, que vemos pisoteados nuestros derechos. Cazadores que mientras ven cortar las barbas al vecino, todavía creen que no han de poner a remojar las suyas. Cazadores que no se han implicado en casi ninguna ocasión en ayudar al medio, aunque sólo fuera por cochino interés, que no han dado una vía de escape al defenestrado agro español porque han preferido ir de flor en flor sacando néctar, sin quedarse a cultivar, como puros zánganos que somos por regla general. Hasta tal punto es así que han tenido que ser los ecologistas (a los que nos han pintado como ogros que nos odiaban) y nada menos que los de Ecologistas En Acción (los más ogros de todos los ogros, según la Federación) los que hayan reaccionado con dignidad ante tamaño atropello para ponerse en marcha, no a defendernos (por rebote sí), sino quizás a defender el patrimonio natural, que es de todos (pero que sólo unos defienden). Haya sido por motivos políticos o por una causa digna, el caso es que lo han hecho.

Se nos tendría que poner la cara colorada (si nos quedara vergüenza, claro, cosa que no estoy seguro que nos quede como colectivo) ante este toque de atención y esta lección de pundonor que nos acaban de dar los ecologistas... Cazadores de España...¿qué hacéis con vuestro entorno?. ¿Hasta cuando vais a seguir permitiendo que atropellen y pisoteen lo que heredasteis, os lo arrebaten de las manos, lo malvendan y lo exploten hasta su desaparición, por cuatro perras gordas?. ¿Es que no os importa recibir una herencia de caza salvaje y dejar una herencia de pienso de bote?.

Lo heredado no nos es dado venderlo, porque no nos pertenece. Nos es dado para mejorarlo, disfrutarlo, y transmitirlo a sus verdaderos receptores, nuestros hijos, íntegro o potenciado.

Si seguimos de brazos cruzados (mientras hasta los “malvados” ecologistas nos hacen el trabajo sucio que nos debería corresponder a nosotros, sobre todo a nosotros) acabaremos colgando los trastos por puro aburrimiento, y dejando una herencia podrida de pienso a nuestros hijos, ignorando el esfuerzo que muchos de nuestros padres y abuelos realizaron antaño.

No esperemos que nos sigan sacando las castañas del fuego, porque seguramente se comerán nuestras castañas. Y después no valen lamentos, coño.

Alfredo Elvira Serrano.

Nota: Fotografías (de la zona afectada) y textos propiedad del autor. Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización.